'Un chaval del barrio' (Bobby Gillespie)

12/9/22

Un concierto de rock en directo debe ser un asalto a los sentidos, un ataque al alma a cargo de un comando, una verdadera descarga de energía. Tienes que salir enarbolando todas tus armas. Llévalo al escenario. Eleva al público. Haz que te sigan. Haz que sea hermoso y entretenido y, al mismo tiempo, mortal. Da el 100% cada vez que salgas a tocar. Los fans están deseando verte, y tú a cambio tienes que darlo todo. Como dijo una vez Robert Young: "Tío, cuando salimos al escenario es una guerra entre nosotros y el público".
Esta frase de Bobby Gillespie puede considerarse toda una declaración de intenciones y una explicación muy certera de lo que viví la noche del 5 de agosto de 2000 en el festival de Benicàssim, en el que podría considerar uno de los mejores conciertos de mi vida. La energía descargada desde el escenario por el grupo Primal Scream, que presentaban su mejor disco, "Exterminator", sumada a la energía interior que llevaba yo, hicieran que esa noche desplegara una explosión de sensaciones que nunca he podido olvidar. Después (y alguna vez antes, también) comprobé que los directos de Primal Scream siempre han estado entre los mejores del mundo.

"Un chaval del barrio" (Editorial Contra), libro escrito por Gillespie, es otro tratado de memorias de una estrella de la música, pero en este caso de esos pocos, como "Postales negras" de Dean Wareham por ejemplo, que se devoran con tremenda avidez (algo tendrá que ver, seguro, la excelente traducción de Ibon Errazkin). Abarca desde sus orígenes infantiles hasta 1991, con treinta años, fecha de la publicación de su exitoso disco "Screamadelica".

Los bloques protagonistas este libro se dividen en cuatro partes. La primera su nacimiento, sus padres, su infancia y adolescencia. La segunda, la efervescente época punk en la que se sumergió con pasión, a la que sigue la subsiguiente era post-punk y su ingreso como batería en los Jesus & Mary Chain y posterior debut de Primal Scream (la parte más atractiva del libro, a mi modo de ver), para terminar con Madchester, el acid house, la creación de "Screamadelica" y el éxtasis, droga que, junto a unas cuantas otras que circulan como el agua por estas páginas, es otra de las protagonistas del libro.

Primal Scream fueron, y todavía son, un grupo totalmente ecléctico. Por sus discos hemos escuchado pop C-86, rock bluesero, electrónica acid, góspel, ambient, rock and roll clásico, dub, krautrock, noise, experimentación variada, tecnorock y un largo etcétera. Ser fans de todos sus discos no es fácil, y sin embargo se adivina lo que es ante todo Bobby Gillespie: un coleccionista apasionado y obsesivo de discos de todos los tiempos y todos los estilos, un erudito musical que despliega todo su conocimiento y talento en sus creaciones discográficas, pasión que se puede ver reflejada en esta lista, una selección personal de entre las muchas más de doscientas canciones y grupos que pueblan este interesantísimo libro, y que abarca, como se puede ver, todas las décadas y diferentes visiones de la música.

Para el que no acierte a verlo en el presente, el futuro sin duda confirmará con rotundidad que Bobby Gillespie ha sido uno de los genios musicales de nuestro tiempo. x Fernando López Mateo

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